Mejor que nunca. Así definiría yo el sector de los eventos actualmente. Conseguimos salvar una etapa complicada gracias a la tecnología y digitalización, y surgimos con más confianza que antes. En cierto modo, ganadores de esta pequeña lucha contra los formatos digitales que siguen sin abandonarnos puesto que se han convertido en un complemento enriquecedor de cualquier acción. Todas las empresas de cualquier sector, incluso las del mundo digital, organizan acciones de comunicación en vivo. Los que nos dedicamos a esto estamos más organizados que nunca demostrando nuestra adaptabilidad y flexibilidad a los retos que nos propongan.

Las compañías farmacéuticas incluyen en sus presupuestos cada vez más partidas de marketing experiencial o relacional, dos piezas clave en los eventos. Precisamente una característica que más destaca en el sector salud es la solidaridad informativa y el poder compartir conocimiento entre profesionales. Los organizadores de eventos deberíamos preocuparnos, no solo de asumir retos sino de proponerlos. Es decir, adelantarnos al cliente ofreciendo nuevas acciones que les permitan cubrir sus necesidades. Por ejemplo, aplicar un data intelligence al evento permitiría el análisis de los datos de los asistentes traduciendo la información en experiencia. Aplicando la inteligencia artificial (IA) podría hacer que el evento cuente con pantallas, expositores y otros elementos donde el usuario acceda a una versión más personalizada. Incluso aplicando la inteligencia emocional (IE) podría sugerir recomendaciones acerca de determinadas actividades específicas que coincidan con las expectativas de los asistentes. Y así muchas acciones con herramientas de última generación. Nuestra intervención como agencia es la clave del éxito.

Uno de los temas que sigue generando controversia es el de la creatividad de los eventos. La creatividad es un servicio que se busca, que se exige, que se valora, pero que no siempre se paga o se está dispuesto a pagar. La creatividad requiere profesionales competentes que van a dedicar horas a un trabajo, por lo general, bien hecho. No pagar este trabajo o querer pagar poco se traduce en que no se está valorando lo suficiente. El cliente no percibe que probablemente es el servicio más importante de todo el evento por lo que está en nuestra mano transmitirlo. Y me gusta hacer hincapié en ello porque la parte creativa, donde la logística y la escenografía importan mucho, implica todo un proceso detrás que será el que permita llegar a las buenas ideas.

Por último, me gustaría recordar cómo los valores y culturas de cada empresa son esenciales para captar y retener empleados. En este contexto, los eventos son especialmente importantes por ser momentos en los que se puede frenar, tomar un tiempo para compartir, comentar los valores y asegurar el entendimiento viviéndolo en primera persona.

Todos queremos vivir experiencias que nos emocionen, que nos sorprendan y que se queden con nosotros para siempre. ¡Ahora empieza lo grande!