Key Learnings de gran consumo para el sector farmacéutico
En los últimos años, la industria farmacéutica ha incorporado mucho talento procedente de gran consumo, ¿qué puede aportar el conocimiento de gran consumo a la industria farmacéutica?
Al final del día, va en ello la reputación de su empresa, quizá uno de los valores añadidos más importantes que, desde la comunicación, podemos aportar a nuestro negocio.
Cuando comenzaba en esto de la comunicación, hace ya más años de los que quisiera admitir, el Responsable de Comunicación de las compañías farmacéuticas tenía un peso específico en el entramado sanitario que le confería relevancia, presencia y una importante dotación de recursos para hacer su trabajo diario.
Con el paso de los años, hemos visto cómo esa figura cambiaba ligeramente su semblante sin perder su esencia: se replegaba dando un paso atrás para convertirse, en la sombra, en una valiosa herramienta de soporte en el seno de las compañías farmacéuticas que impregna todo y a todos. Cada acción, cada movimiento, cada plan de negocio,… cuenta ya sin duda alguna con la aportación del área de comunicación de la empresa, y es parte integrante de equipos que gestionan el negocio de cada compañía.
Porque hoy, y es algo que hemos de agradecer a quienes comenzaron en este ámbito hace ya muchos años, es incuestionable que el comunicador y la materia de la que se ocupa, la comunicación, es una parte esencial de cualquier iniciativa que se geste en este sector.
Ya sea en cuanto a la transmisión interna de los valores de la compañía, en la protección de la reputación y de la imagen de la propia organización más allá de sus fronteras, en la facilitación y mejora de la forma en la que se comunican con sus principales interlocutores o, más recientemente, en la óptima utilización del uso de redes sociales, el comunicador añade valor y aporta contenido y sentido al trabajo que se hace en el marco de dichas empresas.
Profesionales cualificados, multitarea, y que entienden nuestro negocio
Por eso, cada vez más, las compañías farmacéuticas precisan de profesionales cualificados que manejen todas las áreas de la comunicación interna y externa (tradicional o digital), la RSC y la gestión de redes sociales. Profesionales formados en el campo del Periodismo, las Relaciones Públicas o la Comunicación per se. Pero profesionales que, sin duda alguna, manejan el lenguaje, el mensaje y la forma óptima de transmitirlo y saben cómo hacerlo en un sector extremadamente regulado y en función del interlocutor al que se dirige. Y para ello, es necesario disponer de profesionales capaces de diseñar, implementar y liderar la estrategia de la compañía, mantener y optimizar las relaciones con los medios de comunicación, gestionar y anticipar posibles sucesos que impacten sobre la reputación de la organización, apoyar y formar a los portavoces de la compañía y trasladar todo lo que ocurre en el seno de la organización a su público interno.
En este entorno hiper legislado, los departamentos de Legal y Regulatory, han pasado de no entenderse bien con los comunicadores (porque quizá hablaban lenguajes distintos) a convertirse en valiosos aliados del comunicador (y por qué no decirlo… viceversa). Se necesitan mutuamente. Para cumplir con los regímenes y reglamentos internos y externos, al tiempo que se obtiene el mejor beneficio y rendimiento de este ámbito.
Pero no solo se relaciona con los colegas de Legal y Regulatory. Más allá, y quizá fuese ésta la misión primigenia del comunicador, estos profesionales trabajan mano a mano con los colegas de Marketing y Médico: para comunicar la evidencia en torno a nuevas moléculas, explicar la evolución de un fármaco desde su concepción hasta su madurez terapéutica, anunciar lanzamientos que marcan una diferencia en la vida de los pacientes y, para en definitiva, comunicar a los medios de comunicación y a los públicos internos, las novedades terapéuticas que contribuyen, sin duda, a salvar vidas.
Al igual que en el caso de las Relaciones Institucionales, donde la empresa va más allá del valor terapéutico que aporta: en colaboración con Administración Públicas, con Sociedades Científicas, con organizaciones de pacientes. El comunicador contribuye a trasladar a los agentes externos estas acciones públicas de la organización que precisan ser conocidas y reconocidas para entender cómo las compañías farmacéuticas también trabajan por mejorar el entorno de los pacientes de los que se ocupan.
Y no solo de los pacientes, sino también de los empleados. Ahí, el compañero de viaje será el Departamento de Recursos Humanos. Con ellos se comunicarán decisiones que afectan a los empleados, mejoras que contribuyen a una conciliación adecuada, a beneficios sociales, y, con ellos, a entender que la compañía farmacéutica cuida de sus empleados para favorecer una mejor comprensión de la misión por que la que trabajan, que va más allá de la generación de beneficios.
Y, por último, cómo no, en estrecha colaboración con Dirección General, desde donde emana la esencia de los valores organizativos. Desde donde se transmite el quiénes somos y qué hacemos. Y quien se erige en la voz de la organización para explicar el compromiso y responsabilidad que tiene cada uno de los empleados, que tenemos cada uno de nosotros. Porque, sin ese matiz, sin ese vínculo, este sería un trabajo más. Vacío. Sin contenido. Inerte. Un trabajo como los demás.
Por eso, y por todo lo anterior, este es un trabajo lleno de significado. De responsabilidad. Y de carga emocional. Un trabajo con el que contribuimos a comunicar lo que somos y por qué lo somos. Que pretende hacer partícipes a otros de lo que significa la labor de cada compañía farmacéutica. Y que quiere hacer entender que, en definitiva, tenemos, y así lo entendemos, un compromiso con la sociedad, una ambición firme con la que pretendemos, nada más (y nada menos) que marcar una diferencia en la vida de nuestros pacientes. Un trabajo que al final del día nos convierte en los guardianes de la esencia corporativa en el seno de la industria farmacéutica.
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