Asociaciones embajadoras en seguridad de los pacientes
La economía española y en general la global, presentan permanentemente datos negativos que se traducen en un estado de ánimo colectivo teñido de pesimismo y falta de esperanza.
¿Cómo es posible mejorar nuestra eficacia, calidad y competitividad en este “caldo de cultivo”?. Máxime, si tenemos en cuenta que estos ingredientes negativos se erigen como obstáculos para el desarrollo de la creatividad y del progreso.
Es el Equipo de la agencia quien asume diariamente el compromiso de ofrecer al cliente las mejores propuestas, las más innovadoras y en unos términos de costes asumibles. Pero ¿cómo preservar a este Equipo -que no es ajeno a su entorno- de todos los factores que interfieren negativamente en su capacidad creativa y desarrollo?
Un concepto nuevo para afrontar un viejo problema
La RESILIENCIA se define como la capacidad de un ser humano o de un Equipo de afrontar la adversidad, saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, y soportan por tanto mejor la presión del entorno.
Esta capacidad les permite mantener “una sensación de control frente a los acontecimientos desfavorables y mayor capacidad para afrontar retos”. (Instituto Español de Resiliencia)
A nadie se le escapa que ante una situación adversa, y que genera un alto grado de incertidumbre en el horizonte, la capacidad de respuesta de todos los individuos es diferente. También es cierto que no todos los trabajadores, profesionales u operarios resultan igualmente vulnerables a este fenómeno socioeconómico. En el caso de nuestros profesionales cuya actividad productiva es básicamente intelectual -porque se basa en su potencial creativo y en su capacidad de desarrollo- podría verse seriamente limitada por un estado anímico desfavorable. Dicho de otra forma, puede ser víctima de una situación que bloquee su capacidad productiva en la agencia.
Por este motivo debemos cuidar especialmente a nuestros equipos en tiempos de crisis, primero porque constituyen el principal valor de nuestras agencias y también porque representan un “material sensible”, fácilmente desestabilizable a causa de estas amenazas.
El individuo y el Equipo
No existen dos seres humanos iguales, por eso la resiliencia tiene una proyección individual en primer término, y una consecuencia en el colectivo más próximo: el Equipo.
A nivel individual E. Machacon define la resiliencia como “el convencimiento que tiene un INDIVIDUO o un EQUIPO en superar los obstáculos de manera exitosa sin pensar en la derrota a pesar que los elementos estén en contra”. En este escenario, al final surge un comportamiento ejemplar a destacar en situaciones de incertidumbre con resultados altamente positivos. ( E. Machacon 2011 aspectos vividos Nov-Dic 2010)
El análisis de algunos comportamientos individuales en situaciones de presión o de estrés, refuerza la creencia de la diversidad del individuo en cuanto a su capacidad adaptativa. Algunas personas en situaciones de presión y crisis, son capaces de mejorar su entusiasmo, presentar un elevado índice de adaptabilidad y desarrollar habilidades profesionales que les permiten superar los obstáculos. Sin embargo, es cierto que la mayoría de los seres humanos tiende a desarrollar justo el comportamiento opuesto. Es en este último grupo cuando la resiliencia debe ser considerada como la opción a seguir.
Entender las ‘dimensiones humanas’ del Equipo nos puede ayudar a encontrar la manera de avanzar de manera oportuna, de resistir y de seguir avanzando.
Evidentemente la resiliencia debe ser estimulada en todas sus vertientes y mediante estrategias diferentes.
En cualquier caso convendría partir del punto inicial: identificar el problema .
La identificación del problema y su definición permite el paso al siguiente estadio: trabajar en la solución.
Compartir el problema potencia la capacidad de imaginar soluciones y ponerlas en marcha. Esta filosofía debería establecerse a todos los niveles.
Primero, desde la máxima responsabilidad, mediante el liderazgo, transmitiendo al Equipo de manera nítida la situación en la que se encuentra en “ese momento”.
Evidentemente, es necesario escuchar las sugerencias y atender aquellas que nos permitan consolidar el proyecto de compañía, para avanzar hacia resultados positivos. Este es el papel de un líder, que corresponde a un director o a un responsable.
En un segundo plano necesitamos potenciar la resiliencia a nivel del Equipo. Las técnicas de liderazgo lateral y el coaching, sin duda resultarán extremadamente útiles para mejorar el estado de ánimo y la capacidad de afrontar la adversidad del grupo.
Finalmente el plano individual debe cuidarse al máximo, ya que cada individuo en función de su perfil, tiende a identificar los problemas con un grado de detalle diferente.
Obviamente esta capacidad de percepción influirá sin duda en su diseño de las soluciones. Por poner algunos ejemplos, un “analista” trabajaría sobre hechos y cifras, un “expresivo” manejará sentimientos, un “piloto” se centrará en las acciones.
Cada uno de ellos aportará una visión del problema y una estrategia complementaria para la solución.
Cada miembro forma parte de un colectivo, con factores comunes consustancialmente unidos al propio equipo. Pero también, es un individuo con un universo de vivencias, miedos, inseguridades y valores.
Sin duda, el reto en una organización de tamaño medio es pilotar una situación de estas características asegurando el calado individual del mensaje. El liderazgo lateral por parte de coordinadores y mandos intermedios es imprescindible para aligerar la presión y generar el entusiasmo necesario en todos los miembros de la compañía.
Un proceso dinámico
Podemos sucumbir a la tentación de pensar que la resiliencia es algo consustancial al individuo y por lo tanto difícil de implementar o potenciar en escenarios de crisis. Probablemente este es un concepto inmovilista. La resiliencia es ante todo una capacidad dinámica como la definió Luthar y al mismo tiempo variable, susceptible de ser retroalimentada y estimulada positivamente en contextos de gran adversidad.
Dentro del proceso Vanistendael (1994) distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, que podríamos definir como la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión; y la faceta que más nos interesa y que estaría definida por nuestra capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles. Esta es sin duda la cara más “productiva” de la resiliencia y también aquella de mayor trascendencia en su aplicación práctica a nuestro medio, ya que se considera la “Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva” ICCB, Institute on Child Resilience and Family (1994).
La necesidad de adaptarnos y crecer
Cada agencia y cada equipo están conformados con un modelo de trabajo diferente, que tiene asociadas sus propias particularidades individuales.
Cada Equipo debe buscar por tanto sus propias motivaciones, identificar sus objetivos y ser consciente de sus propias limitaciones para conseguirlos.
En nuestro caso particular, -que es obviamente el que mejor conozco- cuando abordamos en el entorno de adversidad nuestro Plan de Acción, optamos por seguir queriendo “ser la mejor Agencia” y por tanto evaluamos aquellas decisiones que podrían acercarnos a este objetivo. La filosofía de Agencia que marca nuestra cultura se basa en tres valores que consideramos estratégicos: TALENTO, ESFUERZO y EXPERIENCIA.
En nuestra trayectoria profesional hemos ido fijando objetivos y continuamente seguimos marcando otros nuevos; aunque fijar un objetivo no es sinónimo de alcanzarlo. Probablemente, si hubiéramos elegido otro rumbo, nuestros valores estratégicos aspiracionales podrían ser hoy distintos.
Debemos ser conscientes de que el mercado y el sector están en un continuo proceso de cambio. Los productos cambian y los clientes también pueden hacerlo, pero es nuestra capacidad de adaptarnos y seguir teniendo una actitud positiva en tiempos de turbulencias, lo que hace que sigamos creyendo en nuestra RESILIENCIA.
Fijar ese rumbo no nos ayudará probablemente a ser los más grandes, sin embargo nos permitirá ser cada día mejores.
El establecimiento de objetivos exige priorizar, definir nuestros proyectos y procesos -clave de adaptabilidad- toma de decisiones estratégicas y tener la capacidad de ilusionar al Equipo con nuevas herramientas, nuevas soluciones, nuevas alternativas que permitan alimentar nuestra RESILIENCIA.
Resiliencia vs miedo
Todo ser humano presenta en mayor o menor grado una resistencia al cambio, máxime cuando en el contexto podemos intuir que el proceso está abocado a llevarnos a una situación peor a la de partida.
En este contexto empresarial global es imprescindible afrontar nuevos proyectos y pensar en nuevos desarrollos. Sin embargo podemos ser víctimas del miedo. De hecho, el miedo atenazante es el responsable de que no se invierta, no se contrate o no se desarrollen proyectos.
La resiliencia nos permite reconducir ese miedo, identificar objetivos y algo muy importante, nos ayuda a ser conscientes de que aquellas organizaciones que sobrevivan a la situación actual y se preparen para el futuro próximo TRIUNFARÁN.
Nuestro sector, está acusando la crisis como todos, lo que nos exige seguir reinventándonos cada día si queremos seguir en primera línea de actuación. Por ello debemos tener siempre preparada una batería de actuaciones a corto, medio y largo plazo.
La resiliencia nos ofrece una gran ventaja competitiva, ya que nos permite anticiparnos a lo que va a ocurrir y adaptar en gran medida nuestras estrategias y nuestras estructuras a modelos económicos que están experimentando una profunda y vertiginosa transformación.
El gran reto de cualquier compañía es, en primer lugar intentar anticiparse a lo que va a ocurrir, porque hemos visto como muchas empresas se hallan en situaciones de máxima alerta, por no haberse preparado o relajarse durante los años de confianza económica.
Necesitamos entender que nos está pasando y qué nos puede pasar en el futuro. Esto nos ayuda a comprender la situación y ser conscientes de que estamos adoptando las medidas que nos permitirán superarla. Esta “seguridad” de hacer lo correcto, refuerza la conexión del Equipo y permite proteger a la agencia del flujo continuo de noticias negativas provenientes del exterior.
Hay muchas preguntas que poner encima de la mesa: ¿Cuál queremos que sea nuestro modelo de negocio dentro de dos años cuando los indicadores cambien?, ¿cómo se puede mejorar la eficacia productiva asumiendo el mantenimiento de las tarifas?, ¿qué papel van a jugar las tecnologías digitales en el futuro de nuestro sector?.
La receta no es fácil pero queremos sentar las bases de nuestra RESILIENCIA, afianzando nuestra estructura y Equipo humano, dentro de unos procesos diseñados para conseguir nuestros objetivos estratégicos. Y sobre todo, esforzarnos en observar cuidadosamente lo que está aconteciendo en nuestro entorno empresarial y social.
No hay que olvidar que nuestra actividad se desarrolla en un entorno muy regulado, por lo que cualquier cambio tiene gran impacto sobre el desarrollo de nuestras actividades empresariales.
Habíamos disfrutado de un largo período de estabilidad pero que ha pasado a ser un entorno donde los cambios se suceden de manera vertiginosa, lo que nos indica que ya no podemos seguir sirviéndonos de las mismas estrategias de antaño. Nuestra RESILIENCIA es en definitiva la mejor arma para resistir y avanzar bajo la presión de los indicadores económicos globales en un frente cambiante e inestable.
La cohesión del Equipo y la preservación de las mejores condiciones de trabajo posibles nos van a permitir seguir manteniendo un comportamiento proactivo.
Solo así ganaremos con nuestros clientes y podremos ofrecerles lo mejor de nosotros mismos.